martes, 9 de junio de 2009

LA BOLSA DE LA TELEVISIÓN


BAJA SÁLVAME. A pesar de que las audiencias digan lo contrario, eso a mi me da absolutamente lo mismo, el chiringito que han montando en Telecinco, parece ser el mensaje que le dio el testaferro de Silvio Berlusconi, il capo di tutti i capi, Paolo Vasile, al ver como las audiencias de su cadena ya no eran lo mismo que en tiempos de bonanza. “Salvame” es de lo peor que he visto en mucho tiempo, un circo que se originó con la idea de debatir acerca de los realitys de la cadena: Operación Triunfo y Supervivientes. La excusa ha durado poco: mucho mejor revolcarse en el container, en la que tipos capaces de provocar la arcada como Kiko Hernández se regodean en el fango, provocando situaciones de telecutrez dignas del peor forense visceral. Que pueden hacer juntos un cada vez peor hablado Jimmy Giménez Arnau, metiendo coletillas groseras en todo momento, de una Belén Esteban que sigue siendo el hazmerreir de sus “supuestos” compañeros de corrillo, una Karmele Marchante, cuadro barroco sin sentido y demás contertulios de tres al cuarto, obstinados en crear situaciones hilarantes que caen en el peor de los ridículos. Vergüenza ajena al mayor exponente al servicio de la telemierda. Que la audiencia acoja este tipo de formatos es merecedor del premio a la mayor horterada jamás emitida. Hasta el Tomate tenía más clase, que ya es decir..


SUBE ARUCITYS. Me encanta la propuesta televisiva de Alfonso Arús. Siempre lo he considerado un pionero en muchos de los formatos que ahora triunfan en televisión. Y ahí en su rinconcillo local, Td8, nos demuestra a diario que se puede hacer un programa de televisión sin agredir, gritar, rellenar y violentar a la audiencia gratuitamente. Sus píldoras diarias envueltas en el mejor sentido del humor aciertan en lo que se propone: informar con criterio, personalidad, credibilidad envuelto en un clima familiar (y no porque su mujer y su hija estén en el proyecto), sino porque logran hacerte sentir uno más. Si duda la sección predilecta y con mayor acierto es la Teletúlia en la que Victor Amela y sobretodo el gran DAVID BROC, además de otros colaboradores, dan el repaso diario bisturí en mano a cada uno de los programas de las cadenas. Tan sólo echo de menos que no le haga el repaso que merece una de las cadenas donde desarrolló su mayor etapa como profesional en el medio, Tv3. Es sabido que su relación con la autonómica no acabó del todo bien, pero su mirada ácida, irónica y crítica debería abordar todas las televisiones. Sirva este pequeño reproche para animar a este monstruo de la televisión a exportar nuevos formatos televisivos a las nacionales. No obstante, en su humilde territorio local, despunta sobremanera. Gracias Arús por las reflexiones y apuntes que derivan de tu programa. Son de lo mejorcito del panorama televisivo actual.


BAJA 21 DIAS. 21 días haciendo tonterías debería llamarse el programita de marras. Ya tuve el placer onanístico de criticar la propuesta de esta señorita en algún medio, además de éste, por eso no me alargaré en demasía. ¿Qué sentido tiene este programa?¿Que persigue?¿Que denuncia? NADA. Y es que esta niñata periodista, Samantha Villar, se cree la bomba informativa persiguiendo metas absurdas para generar el espectáculo de turno y enganchar a la audiencia sin más. Ya basta de mediocridad disfrazada de altruismo. Haga usted periodismo sin más. Informe y entretenga, de acuerdo, pero déle puñetero sentido a este esperpento amarillista. Mientras siga dándole vueltas a este inútil esfuerzo en hacernos creer esto es un juicioso periodismo de investigación, creáme, está generando lo contrario: un sopor inaguantable.


SE MANTIENE PERDIDOS EN LA TRIBU. Baja un poco respecto a mi último análisis, es cierto. Y es que a pesar de que mantiene la frescura y el saber hacer de Cuatro en este formato está intacto (no así con Fama que o vuelve a su formato original o pasará a mejor vida en breve) sin caer en sensacionalismos baratos. Y es que encontrar un reality que haga honor a su nombre es cada vez más difícil por no decir imposible: la telerrealidad ha muerto. Y esta aventura en la que tres familias deben adaptarse a las costumbres de los indígenas de Namibia, Indonesia y el Kalahari, tampoco se salva. El teatrillo sobretodo por parte de los autóctonos es más que notable. Se nota a la legua. Pero a su vez deja de importarte en el minuto uno, ya que consigue el entretimiento sin perjudicar la salud del teleespectador. Estoy convencido que los salvajes no lo son tanto y que representan las costumbres de sus ancestros ya que no viven en el poblado que nos muestran. Además se sabe que les pagan 175 euros a los adultos y 67 a los niños por emisión y que hay algún apaño más, pero cuanto más en contra estan las asociaciones de turno (CEAR) o algunas ONG con mucho tiempo libre, más a favor estoy de este formato. Me divierte, que le voy a hacer.