En 1994, el fotógrafo documentalista sudanés Kevin Carter ganó el premio Pulitzer de fotoperiodismo con una fotografía tomada en la región de Ayod (una pequeña aldea en Sudan), publicada por primera vez en el New York Times, que recorrió el mundo entero.
En la imagen puede verse la figura esquelética de una pequeña niña, totalmente desnutrida, recostándose sobre la tierra, agotada por el hambre, y a punto de morir, mientras que en un segundo plano, la figura negra expectante de un buitre se encuentra acechando y esperando el momento preciso de la muerte de la niña. Para la consecución de una foto mejor esperó unos veinte minutos a que el buitre abriera sus alas, lo cual no llegó a ocurrir.
Al recibir el premio, Carter declaró que aborrecía esa fotografía:
“Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla. La odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña”.
Tras ello, pasó de reportero a fotógrafo de naturaleza. Finalmente por la presión de las críticas y por la muerte de un amigo, Ken Oosterbroek, asesinado, el 18 de abril de 1994 durante un tiroteo que cubría en Tokoza, Johannesburgo, Kevin Carter, abrumado por la culpa y conducido por una fuerte dependencia a las drogas, se quitó la vida dos meses después cerca del río Braamfonteinspruit donde jugaba cuando era niño, luego de aparcar su furgoneta y enchufar una manguera al tubo de escape. Digno de reflexión, vistos los programas de sucesos que invaden nuestra televisión y que cada vez caen en lo más perverso.