jueves, 20 de septiembre de 2012

CARTA A UN REY PASMADO


Majestad,

Permita dirigirme a Su Alteza, tras leer su reciente misiva de forma detenida y reiterada. Ante todo felicitarle por acercarse a las nuevas tecnologías para dirigirse a los españoles, a través de su página web. Cómoda y estudiada elección, entendida como iniciativa propia, en la que manifiesta su opinión a través de un medio seguro que no exige su presencia en primera persona, tal y como ocurrió en el terrible episodio del maldito fin de semana con el desliz de la cacería y su posterior presencia ante los medios. ¡Qué mala pata!. Ahí, si me permite utilizar una más expresión más castiza: “dio usted el callo desde la misma trinchera”. Lamento no obstante, que no lo haya hecho en otras ocasiones, como en la actual, y considere, desde mi humilde punto de vista, la opción de manifestar su arrebato, como un nuevo resbalón que se añade a la lista de los ya propios. Más aun sabiendo que su intención, producto de un enfado irreprimible, puesto en común y refrendado con el actual presidente del gobierno, no consigue en absoluto su misión. Fíjese. Utilizar la expresión: "no alentar las disensiones, ni perseguir quimeras, ahondar en heridas o escudriñar en las esencias", consigue un efecto de invisibilidad remarcable. No pone usted el dedo en la llaga. Como se dice vulgarmente: tira la piedra y esconde la mano. ¿Por qué no especifica a que quimera se refiere? ¿Pretendía que el propio aludido fuera el portavoz de su pataleta? 

Definamos quimera: “Sueño o creación imaginaria que se toma como real, siendo ilusoria, vana y casi imposible de conseguir”. Créame, un millón y medio de quimeras juntas las considero más reales, menos vanas, nada ilusorias y el “casi” alcanza una cotización al alza, subjetiva si usted quiere, pero que no admite devoluciones de ningún tipo. Mire, yo no creo en quimeras, creo en voluntades. Además, si me permite ahondar un poco más en la cuestión, me parece inaceptable (permítame el exceso) que escoja una fecha de publicación como la de anteayer, previo encuentro trascendental del presidente español con el catalán, hoy mismo en Moncloa. Nuevo resbalón.

Su escrito no resulta difícil de escrutar como en otras ocasiones, suena menos institucional que de costumbre. A pesar de considerarlo tal vez tendencioso y oportunista, si me permite el atrevimiento, resulta claro, contundente y de un tono rebajado como para llegar a las masas de un modo más abierto y claro. “Galgos o podencos”, sabia elección. Sí señor. Pero comete un error gravísimo. Además de interponerse en unos días de negociación estudiada entre dos partes, demuestra un nerviosismo, que a quién suscribe, le llena de honda satisfacción. Por un motivo esencial: se consiguió algo más en la manifestación catalana del 11 de septiembre de lo que se podía llegar a suponer 24 horas antes. El revuelo ha calado más de lo normal y de lo que ha querido trascender en algunos medios que han tenido que pedir disculpas. Y yo que los creo. A pesar de que la disculpa no es una ciencia exacta. Pero ese es otro debate.

Aparecer en escena justo 48 horas antes del encuentro oficial, de forma intrusiva, entre dos líderes de su nación, pone en entredicho la energía que vuelca usted en este caso. ¿Tal vez debería haberse guardado este comodín para más adelante? Reflexiónelo. No sabe su Majestad como se echó de menos su pronunciamiento acerca del boicot de los productos catalanes, del recurso contra un Estatut, redactado de forma democrática y revalidado por una de sus comunidades autónomas, tal vez la más rebelde. Le recuerdo asimismo que se hizo un referéndum aprobado por mayoría. Ah!, lástima que el Tribunal Constitucional le amputara sus principales miembros. Perdone mi atrevimiento pero su escrito apasionado puede herir y hiere de algún modo la sensibilidad no sólo del independentista sino del catalanismo en su conjunto y consigue el distanciamiento que usted no profesa. Si su llamamiento es a la unidad, no debe olvidarla cuando más le interese. Permítame hacer caso omiso a su comunicación en adelante y reciba estas palabras desde el más profundo respeto. En adelante me dedicaré a cuestiones más mundanas como levantarme cada día a las 7 de la mañana para atender mis responsabilidades, finalizar mi jornada cuando las energías me vencen, pagar mis impuestos y mis cánones por ser catalán y pretender, eso sí, levantar a mi país cada día desde el trabajo, la dedicación, el esfuerzo y… por supuesto, las quimeras.
 

Un saludo cordial,

Mephisto.