Majestad,
Permita dirigirme a Su Alteza,
tras leer su reciente misiva de forma detenida y reiterada. Ante todo felicitarle por
acercarse a las nuevas tecnologías para dirigirse a los españoles, a través de su
página web. Cómoda y estudiada elección, entendida como iniciativa propia, en
la que manifiesta su opinión a través de un medio seguro que no exige su
presencia en primera persona, tal y como ocurrió en el terrible episodio del maldito
fin de semana con el desliz de la cacería y su posterior presencia ante los medios.
¡Qué mala pata!. Ahí, si me permite utilizar una más expresión más castiza: “dio usted el callo desde la misma trinchera”.
Lamento no obstante, que no lo haya hecho en otras ocasiones, como en la
actual, y considere, desde mi humilde punto de vista, la opción de
manifestar su arrebato, como un nuevo resbalón que se añade a la lista
de los ya propios. Más aun
sabiendo que su intención, producto de un enfado irreprimible, puesto en
común y
refrendado con el actual presidente del gobierno, no consigue en
absoluto su
misión. Fíjese. Utilizar la expresión: "no
alentar las disensiones, ni perseguir quimeras, ahondar en heridas o escudriñar
en las esencias", consigue un efecto de invisibilidad remarcable. No
pone usted el dedo en la llaga. Como se dice vulgarmente: tira la piedra y
esconde la mano. ¿Por qué no especifica a que quimera se refiere? ¿Pretendía
que el propio aludido fuera el portavoz de su pataleta?
Definamos quimera: “Sueño o creación imaginaria que se toma como
real, siendo ilusoria, vana y casi imposible de conseguir”. Créame, un millón y
medio de quimeras juntas las considero más reales, menos vanas, nada ilusorias y
el “casi” alcanza una cotización al alza, subjetiva si usted quiere, pero que
no admite devoluciones de ningún tipo. Mire, yo no creo en quimeras, creo en
voluntades. Además, si me permite ahondar un poco más en la cuestión, me parece
inaceptable (permítame el exceso) que escoja una fecha de publicación como la de anteayer,
previo encuentro trascendental del presidente español con el catalán, hoy mismo en Moncloa. Nuevo resbalón.
Su escrito no resulta difícil de escrutar como en otras ocasiones, suena menos institucional que de costumbre. A
pesar de considerarlo tal vez tendencioso y oportunista, si me permite el
atrevimiento, resulta claro, contundente y de un tono rebajado como para llegar
a las masas de un modo más abierto y claro. “Galgos o podencos”, sabia
elección. Sí señor. Pero comete un error gravísimo. Además de interponerse en
unos días de negociación estudiada entre dos partes, demuestra un nerviosismo,
que a quién suscribe, le llena de honda satisfacción. Por un motivo esencial:
se consiguió algo más en la manifestación catalana del 11 de septiembre de lo que se podía llegar a suponer 24 horas
antes. El revuelo ha calado más de lo normal y de lo que ha querido trascender
en algunos medios que han tenido que pedir disculpas. Y yo que los creo. A pesar
de que la disculpa no es una ciencia exacta. Pero ese es otro debate.
Aparecer
en escena justo 48 horas
antes del encuentro oficial, de forma intrusiva, entre dos líderes de su
nación, pone en entredicho la energía que vuelca usted en este caso.
¿Tal vez
debería haberse guardado este comodín para más adelante? Reflexiónelo.
No sabe su
Majestad como se echó de menos su pronunciamiento acerca del boicot de
los
productos catalanes, del recurso contra un Estatut, redactado de forma
democrática y revalidado por una de sus comunidades autónomas, tal vez la más
rebelde. Le
recuerdo asimismo que se hizo un referéndum aprobado por mayoría. Ah!,
lástima que
el Tribunal Constitucional le amputara sus principales miembros. Perdone
mi
atrevimiento pero su escrito apasionado puede herir y hiere de algún
modo la sensibilidad no sólo del
independentista sino del catalanismo en su conjunto y consigue el
distanciamiento que usted no profesa. Si su llamamiento es a la
unidad, no debe olvidarla cuando más le interese. Permítame hacer caso
omiso a su
comunicación en adelante y reciba estas palabras desde el más profundo
respeto. En adelante me dedicaré a
cuestiones más mundanas como levantarme cada día a las 7 de la mañana
para
atender mis responsabilidades, finalizar mi jornada cuando las energías
me
vencen, pagar mis impuestos y mis cánones por ser catalán y pretender,
eso sí, levantar a mi país cada día desde el trabajo, la
dedicación, el esfuerzo y… por supuesto, las quimeras.
Un saludo cordial,
Mephisto.