miércoles, 6 de febrero de 2013

SILENCIOS ENTRE PORQUÉS



Porque olvidaré de repente trazar mis remites y esbozaré de nuevo sólo mis destinos. Porque aturdido entre varias vergüenzas y amparado en pocos secretos arderé en fuego infinito y esparciré mis cenizas al viento proscrito. Porque jamás conoceré el plazo fijo de garantías compartidas en depósito alguno. Porque seré hombro para buscar hombros, y tendré miedo para sembrar miedos. Porque besaré con sangre a quien desee mis besos de ojos cerrados y labios mordidos. Porque huiré como un niño para volver justo donde inicié mi evasión como adulto. Porque habitaré como ermitaño sedentario un cuerpo con alma de nómada. Porque mi abrazo será eterno cuando el deseo de ese abrazo sea espontaneo y sincero. Porque odiaré con desprecio los adioses, fulminaré con la mirada los hasta nunca y viviré tan solo la esperanza desgajada de algunos hasta luego. Porque envidiaré mis recuerdos futuros con todo el ardor de mi estómago y el anhelo de mi corazón marchito. Porque cerraré los ojos y advertiré ausencias desmedidas, desairadas y aturdidas; soledades arropadas en el réquiem por un sueño anidado entre cientos de sueños vivos. 

Porque no lloraré mis fracasos pues creceré y secaré mis lagrimas con ellos. Porque no encumbraré mis éxitos inmediatos, pues ya saben sobrevivir solos en su egolatría. Porque no me entristeceré en mis lastimosas pérdidas y seguiré impertérrito buscando nuevos hallazgos. Porque marcaré las horas a pesar de habitar como un reloj de sol cubierto de nubes, empeñado en detener el tiempo. Porque consumaré un instante de alegrías sonoras para trenzar el hechizo entre suspiros silenciosos. Porque en el cruce de caminos se quedó el hueco de una sonrisa entrelazada y hoy habito en su tropiezo. Porque la escarcha se posó suave en mi pestaña de luna llena y el deshielo provocó una dulce lágrima de luna menguante. Porque advierto la tiranía del verdugo que simpatizó con mi cabeza cortada y se olvidó de separarla por completo de mi alma. Porque no me acostumbré a los formulismos y a la sombra de los decretos viviré ciego sin perro guía. Porque pagaré el alquiler severo del testigo mudo en un juicio de charlatanes. Porque tal vez quede suspendido en centenares de porqués sin esperar de ellos respuesta alguna. Porque respiro latidos, hablo miradas, escucho silencios y acaricio dormido una banda sonora creciente. Porque nací equilibrista en un circo de circos sin espectáculo alguno y de escenarios vacíos. Porque tal vez algún día moriré solo, pero moriré vivo.