Cada vez me cuesta más relajarme, evadirme por unos momentos de esta realidad a veces asfixiante. Por eso, quien me conoce sabe que de vez en cuando (menos de lo que uno quisiera), suelo perderme por lares donde consigo escuchar el silencio y contacto con especies que estuvieron hace millones de años con nosotros. Y así, en su pétrea representación, consigo establecer un vínculo único, especial, mágico.
Y es que cuando estas pequeñas maravillas vienen a mi, para formar parte de mi pequeño tesoro (cada día mayor), ya dejan de pertenecer al recuerdo de la época cretácica y pasan a formar parte de mi realidad más actual.