El niño de los globos en Badalona. Una escultura, hecha por un particular, que he descubierto esta mañana
tras seguir la recomendación de uno de los grandes de la fotografía, Martin Gallego. Aquí podéis ver su
localización exacta, en la fachada frente al principio de la peculiar calle de
la Costa, de la ciudad barcelonesa. Y es que hay ventanas que
invitan, sin recelo, a perseguir un sueño eterno y velos tras los cuales se esconde, minimalista, nuestra propia esencia. Si lográramos
escuchar, sin pretextos, a ese niño que fuimos un día, aquel que suele habitar tras esas
ventanas verde esperanza con que deberíamos inaugurar, sin excepción,
cada uno de nuestros días; si oxigenáramos a
ese chiquillo que, travieso, persiste dentro de nosotros
y justo antes de iniciar el vuelo, aún de puntillas, consiguiéramos que
lograra sentirse liberado de las cargas fútiles; si
le confiáramos un hueco de seguridad sin ahogos; si libremente
respiráramos a pulmón descubierto de sus energías renovadas; si amplificáramos sin
reproches su sabia vocecilla y consintíeramos
que alzara ese vuelo sin empequeñecer jamás sus alas invisibles ... ese
mismo niño nos transportaría a
instantes mágicos que todavía están por llegar y que serían extraordinarios e inolvidables. ¿Los compartimos juntos?.
Si pongo corazón,
Déjame volar aunque tropiece con el cielo,
Hay noches estrelladas,
Y días que se estrellan contra el suelo.
Déjame intentarlo aunque tropieces con mis sueños,
Si aguantan las estrellas,
En una de estas noches contra el viento yo … te espero.
Déjame volar aunque tropiece con el cielo,
Hay noches estrelladas,
Y días que se estrellan contra el suelo.
Déjame intentarlo aunque tropieces con mis sueños,
Si aguantan las estrellas,
En una de estas noches contra el viento yo … te espero.