Ayer, 4 de enero, quedé aterrorizado por el reportaje de Cuatro dentro de Callejeros : ¡Papi, cómprame un kalashnikov!, un excelente trabajo de Jon Sistiaga (como siempre, genial) sobre el negocio de las armas en el estado de Kentucky, donde en Navidad los padres regalan a sus hijos lo último en armas de fuego. En el marco del Festival de la Metralleta de Knob Creek, críos de 4 años disparan con las armas automáticas de sus padres y se familiarizan desde muy pequeños con el olor a pólvora. El Festival se celebra en un idílico condado de Kentucky donde, vaya casualidad, se encuentra el cuartel general del Ku Klux Klan. Uno de sus organizadores proclamaba:
"Aquí no necesitamos psiquiatras ni divanes. Aquí tenemos armas automáticas. Eso sí es una buena terapia".
"Los niños tienen que empezar desde muy jóvenes a disparar", afirman ante la cámara progenitores que se sienten orgullosos de que sus hijos manejen revólveres o subfusiles. Algunos de ellos, incluso, pidieron a Santa Claus la última versión del Kalashnikov o un manual de instrucciones para elaborar bombas caseras. Increíble pero real.
"Las armas no matan, matan las personas. También se puede matar con un martillo", repiten algunos de los asistentes al citado festival, para los que no parece relevante que todos los años mueran en EEUU alrededor de 11.000 personas por arma de fuego. Según ellos, las matanzas en institutos y universidades son solo pequeños accidentes que se evitarían si en esos centros hubiera personas armadas que pudieran plantar cara al agresor.
Y cuando les decían que en España es ilegal, se sorprendían, incluso sentían orgullo de que su país gozara de mayor libertad. Nosotros llevamos la libertad a su máxima expresión, afirmaban. Otro de los niños tenía dificultades en realizar la división 4/2, pero cuando le preguntaron cuantas balas había disparado, respondió con celeridad: ¡60!
¿Qué piden muchos niños de la América profunda a Santa Claus? ¿Un osito de peluche? ¿Un puzzle? ¿Un cuento? ¡Que vaaa!! Un M-16 o un UZI israelí. Eso sí, se acogen a la segunda enmienda de la Constitución.. Si eso es ser un buen padre, yo soy el Obispo de la Seu d'Urgell.