miércoles, 28 de diciembre de 2011

LAS TRES CLASES DE GUITARRA DE LEONARD COHEN

Estas fechas son perfectas para los rencuentros. Yo he tenido más de uno y entre los destacados esta joya que ha recaído en mis manos. Se trata de la biografía, revisada por Alberto Manzano, de Leonard Cohen, uno de los mejores poetas, novelistas y cantantes sin que ninguna de estas tres cualidades haga mella en la anterior. Disfrutaré estos días el paso de las horas a su lado. Esta anécdota, que transcribiré a continuación, ya la sintetizó el mismo Leonard en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias de las Letras, que le fue entregado el 21 de octubre de este año que estamos a punto de dejar atrás. Sirvan para colofón el final de estos 365 días que guardaremos en nuestra carpeta de proyectos de vida realizados y que sirva para abrir una nueva de proyectos de vida en proceso. Que tengan un buena entrada de año 2012 y nos rencontramos pronto.


Leonard Cohen estudió un poco de piano, además de clarinete y ukelele, instrumento que tocaba en la banda del instituto: The Hillel Band. Un día entró en una tienda de empeños de la calle Craig y se compró una guitarra de segunda mano por doce dólares, en una época en que “la gente tenía la idea de que solo los comunistas tocaban la guitarra”. Poco después, desde la habitación de su casa, Leonard descubrió a un joven guitarrista flamenco que tocaba para unas chicas en el parque Murray Hill: “Tocaba de maravilla, así que un día me acerqué y le pregunté si querría enseñarme algo. Aceptó y me dio tres clases. Me enseñó el trémolo, unos cuantos encadenamientos de acordes y algunas escalas de flamenco. Pero lo más curioso es que tenía una manera muy especial de coger la guitarra y tocar. Un día que se retrasaba para darme la cuarta clase, telefoneé a la pensión donde se alojaba, Bowdy House, en el barrio más pobre de Montreal, y me dijeron que se había ahorcado. ¡Sinceramente, no creo que yo fuera tan malo! Lo llamaban el Hispano de Montreal, y debía de tener unos diecinueve años. Yo, quince. Pero aquellas tres clases de guitarra fueron las únicas que me han dado en toda la vida y formaron la base para componer muchas de mis primeras canciones, cierta combinación de acordes mayores y menores”.