martes, 19 de noviembre de 2013

DE ALIENTOS

    (Jaime Sabines)

Hace un año aproximadamente pedí un deseo para que no quebrantara, hoy lo tatuo en mi piel para que me perdure: 

"Trata de ser quien eres, de hacer lo que sientes en todo momento, de aprender de ti mismo y de lo que te acontece. Dale tiempo al tiempo para crecer en aquello que deseas con quien lo deseas. Si consigues alinear pensamientos, palabras y acciones sin ocultar ni falsear jamás tus emociones en cualquier instante, a pesar de que no sea nada fácil, será siempre sincero, conectarás con tu esencia sin fraudes y no ofrecerás un ser distinto, una falsa impronta o sombra a quien de verdad te importa. Cuando roces con la punta de tus dedos la cima de un sueño, siéntelo más tuyo y no dejes de creer en el ascenso, pues aquello más increíble está todavía por suceder y será magnífico. Recuerda que no hay nada más resistente que un sueño.

Si vencemos a nuestros demonios íntimos, a nuestras sombras interiores, a nuestros miedos y a nuestra vulnerabilidad, podremos hablar otro idioma, que tal vez nadie intuya ni entienda hoy, pero jamás dejaremos de comprender nuestro dialogo interior ni ofrecer la mejor versión de nosotros mismos a quien queremos, más allá de las convencionalidades y de los supuestos dogmas".

sábado, 9 de noviembre de 2013

FRASE DILAPIDANTE



Entre nosotros había algunos muchachos fuertes. Llevaban puñales consigo e incitaban a sus compañeros a arrojarse sobre los guardias armados. 

Un joven decía: que el mundo conozca la existencia de Auschwitz. Que la conozcan todos los que todavía pueden salvarse de venir aquí

Pero los más viejos imploraban a sus hijos que no hicieran tonterías. 

-No hay que perder la confianza, aunque la espada esté suspendida sobre nuestras cabezas

Así hablaban nuestros Sabios. 


Eliezer Wiesel, escritor húngaro de nacionalidad rumana, superviviente de los campos de concentración nazis. 

martes, 5 de noviembre de 2013

PÁJAROS CON CABEZA



Tal vez porque hace mucho, muchísimo tiempo, surgieron un día pájaros en mi cabeza y lejos de ahuyentarlos en aquel entonces, les dispuse el mejor nido para que se acomodaran en mis sueños; tal vez porque a pesar del revoloteo de sus alas, conseguí apaciguar sus recelos y acrecentar cada vez más sus anhelos de libertad; tal vez porque de su inquietud aprendí su imprevisibilidad y así logré forjar nuevos vuelos en clase preferente, sin importarme los destinos; tal vez porque cuando mis pies se engullen en el fango, sus alas velan por mi delicada esencia y me escupen hacia nuevas circunstancias en un vuelo sin artificios; tal vez porque ya no sabría vivir sin esos pájaros en la cabeza que un día se posaron en mi para darme cobijo, y sumido en la más testaruda de las enajenaciones, consiguieron revelarme los mayores secretos de cómo sobrevolar, a través del manual de la supervivencia, a la inmediatez y al desgarro del tiempo, que jamás se detuvo ni reconoce la menor intención de hacerlo en adelante. Tal vez porque aprendí entonces que el amor más nítido es directamente proporcional a la cantidad de libertad concedida en la vida o tal vez porque mis pájaros en la cabeza me sobrellevan, me soportan, me atestiguan, me defienden y me predisponen a huir de los aterrizajes forzosos. Tal vez porque allá en las nubes, aunque de forma etérea, me siento sujeto a sus alas, y es más sencillo no dejar nunca de imaginar nuevos parajes, y tal vez porque, en contadas ocasiones, cuando la carga los asedia o mi mochila se desborda, me confían suavemente al suelo para dar un paso más, firme y hacia adelante, y aligerar así con paciencia felina mis equipajes innecesarios, antes de iniciar un nuevo vuelo. Tal vez porque no encontraron el árbol adecuado o porque ya se acostumbraron a mis defectos, hoy por hoy, mis pájaros, mis queridísimos pájaros, siguen conmigo.