Hay momentos en que te la juegas y lo sabes; eres plenamente consciente. Culminar tus proyectos, reiniciar de nuevo el contador de sueños nunca es fácil y menos en los tiempos que corren. La inmediatez, la falta de coherencia en la retribución de recursos a pesar del talento, la especulación de los miedos y el aliento del empeño inherente lo ponen todo siempre en tela de juicio, a tenor del compás de un reloj que decidió hace tiempo no conceder prórrogas ni parar sus manecillas ante cualquier pretexto. Vendemos el no todo vale y a pesar de ello compramos el vale todo.
Aún
sabiendo que las primeras
impresiones nunca tuvieron segundas oportunidades, pones toda la carne
en
el asador; siempre lo has hecho. Y todo se resuelve en segundos. La
mayoría de
las decisiones fueron tomadas pero los mecanismos inconscientes y la
intuición
suelen marcar los juicios que generamos sobre quien se alza con el
testigo de encauzar nuestro destino, quien actúa como nuestro apoyo en
los propósitos o quien se postula como nuestro
verdugo sin capucha ante la adversidad. Eso sí, en cualquier caso sin
cambiar jamás el rictus y aceptando el juego psicológico de miradas
profundas como moneda de cambio.
Sé que todo saldrá bien. Hoy al menos así ha sido, pero esperar
algo tan incierto como el futuro es apostar demasiado a la
nada y por tanto hay que enfocarse continuamente en el presente para
construir
el verdadero itinerario, sin dejar de anclar el arnés en los pasos
sucesivos, ni perder la insana costumbre de echar las
migas de pan por el camino, a pesar de saber que no existe
retorno posible.
De nada sirve mirar atrás porque todo cambia al instante, incluso
nosotros mismos a pesar de nosotros mismos. Hoy hemos dado todo de sí y a
pesar de la extenuación, del síndrome vertiginoso que genera la gestión silenciosa
de la adrenalina, debemos conservar fuerzas porque el mañana no
tendrá piedad y seguirá poniéndonos a prueba. Estaremos preparados. El
presente
es latido, exhalación y vida. Y estamos
vivos.
Life - Inter-connection