sábado, 16 de marzo de 2013

REFUGIO DE SOLEDADES



Hoy me refugio en mis soledades. Advierto el foco de luz permanente, en un tercer grado, con mi alma desnuda y desprovista de envoltorios desgastados. Permanezco oculto tras la sombra inútil de una esencia hambrienta de primaveras. Hoy regurgitan mis recuerdos, sin orden aparente, en largas colas esparcidas de diagnósticos prescritos sin receta y de cicatrices reparadas a portes pagados. Dejo que circulen, sin itinerario, pues no abogan por el sentido único, y en libertad, encajan solos donde encuentran reposo sin cuestionarios.

Hoy, un silencio de escuela vacía alza el vuelo más crudo, a tenor del giro precipitado de una rueda de ratón a la que ya me acostumbré a rotar sin censuras. Hoy, las palabras no adquieren significados pues están descalzas, desprovistas de atino y concierto. M i n ú s c u l a s . Así las quiero, en su pequeñez. Brotan de la fuente de la ingenuidad, del desconcierto y de la amargura. No alcanzan tamaño alguno puesto que no hay aire que las insufle, aliento que las ampare ni sosiego que las apacigüe. Mi hoy prefiere dormitar con los ojos sellados y que un oráculo eche mis cartas a merced de un destino incierto, esbozo de un mañana todavía más inquietante. Mi sonrisa, adormilada por la anestesia del exigente devenir, dibuja hoy una forma extraña, delineada a mano con trazo torpe de aprendiz, pero cincelada por un puntual reloj maestro que opera de forma implacable y sin titubeos. 

Cuán importante siento hoy un abrazo, ese abrazo, una singular forma de sentirse dulcemente atrapado sin fraude alguno, robado de un espacio vital al que ya no le importan los excesos y que sin embargo, preservamos asiduamente de forma tan poco altruista. Hoy lo eché de menos más que nunca pero no por ello lo siento extraviado. A pesar de las inclemencias, llegó hasta mi en su versión más nítida, para formar parte del recuerdo futuro más persistente y así, con tinta indeleble, escribir mis páginas todavía en blanco; como siempre y de hoy en adelante. Porque de forma perenne, existe un halo de esperanza en el hoy ya caduco y aferrarse a él, a ese abrazo infinito que está por llegar, seguirá dando alas a este pájaro inexperto que no cesa en querer aprender a volar, a pesar de sentir que despierta demasiado pronto, asustado, en las noches que fueron sólo concebidas para los sueños.

Pero hoy… hoy me refugio en mis soledades.