lunes, 14 de enero de 2008

LOS PITUFOS: 50 AÑOS RECIÉN CUMPLIDOS

Así como celebramos en su día el 50 aniversario de Mortadelo y Filemón, esta vez es el turno de Los pitufos, nacidos de la mano del dibujante Peyo, artista belga, el 23 de octubre de 1958 cuando el belga los introdujo como personajes secundarios de tira cómica en el comic de Johan y Pirluit. En 1981, los productores Hanna-Barbera pidieron que se hiciera con ellos una serie de dibujos animados. Como curiosidad decir que los siete pecados capitales aparecen representados en las características de los principales pitufos. Filósofo representa la soberbia, Glotón la gula, Gruñón siempre está muerto de envidia, Pitufina invita a la lujuria, Perezoso representa la pereza, y Fortachón es el rey de la fuerza y la codicia. El sacerdote, como símbolo del mal, podría estar representado por el propio Gargamel (Felicidades Garga !). Añadir que el poblado de los pitufos está formado por 101 habitantes. Curioso.


Por si todas estas comparaciones fueran escasas, en los años ochenta se difundió en México la teoría de que Los Pitufos estaban malditos y que asesinaban por la noche a los niños que los tuvieran en casa. Mal rollo. Sea como sea, felicidades a estos entrañables personajillos que pronto traspasarán las 2D del papel a las 3D del celuloide.

EL CABALLO Y EL POZO

Un campesino, que atravesaba serias dificultades, poseía algunos caballos para que lo ayudasen en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la mala noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí.


El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y revisó la situación, para asegurarse que el animal no se había lastimado. Pero, dada la dificultad y el alto precio que suponía sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate. Tomó, entonces, la difícil decisión. Determinó que el capataz sacrificase al animal tirando tierra en el pozo hasta enterrarlo, allí mismo. Y así se hizo. Los empleados, comandados por el capataz, comenzaron a lanzar tierra adentro del pozo para cubrir al caballo. Pero, a medida que la tierra caía en el animal, éste la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo el ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaba enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, consiguió salir ileso.