Foto de Martin Gallego. Senyera en la Festa Major del barri de Gràcia, en Barcelona.
La libertad no es un salto al
vacío sin más ni un atropello de emociones desprovisto de cierto raciocinio. No obstante, tampoco deja de ser un
sentimiento puro y limpio de servilismos. La libertad conlleva cambios de marcha súbitos y velocidades innovadas para que se revelen, imperativamente, contra los principios interesadamente inamovibles, pero requiere,
en cualquier caso, de la invención constante de nuevos pasos, cada vez más consistentes, firmes e
implacables. La libertad opera casi siempre al margen de una hoja de ruta intervenida por grandes liderazgos o carcomida por obsoletas supremacías; pero jamás está exenta de sociedades convencidas, implicadas y con energías suficientes, nunca silenciadas, para perpetuar anhelos sobre realidades inmediatas. Esa es la libertad deseada; la mía. La de un sólo niño, que de forma ingenua o plenamente consciente de ello, aviva por decisión propia la llama de una sola vela, capaz en sí misma de provocar el mayor de los incendios en millones de mentes, supuestamente adultas y ordenadas, pero cargadas de insanos estereotipos, servidumbres nauseabundas y dolientes prejuicios. Sí, jo també vull ser lliure!.
2 comentarios:
Bella reflexión.
Gracias Leire.
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