miércoles, 17 de junio de 2015

ELENA PANCORBO: LA BELLEZA DE UN SILENCIO


"La mirada"

Me encanta la esencia de ese arte hecho con estilo propio, impregnado de un sentido pleno que transforme en sencillo aquello extremadamente complejo; ese arte parido con un sello de identidad moldeado a golpes de color y vida en cada trazo; ese arte que emana, sin excusas, una dosis de pasión mayúscula en cada detalle minúsculo. Sin que te recuerde a nada que hayas visto antes. Elena Pancorbo, de adn granadino, posee ese duende innato capaz de enamorar a primera vista. Y a segunda. Mujer de mujeres, poseedora de un especial atino a la hora de desnudar la figura femenina, le quita la ropa al alma de la criatura que despoja en cada ilustración, con una técnica especial y un don personal e intransferible.


 "Amar duele"

¿El éxito de sus ilustraciones? Que le quite todo el sentido a la ruedecilla de los segundos de tu reloj de pulsera y que permanezcas, un instante glorioso, atado a un movimiento de rotación y de traslación de tu mundo interior, con el aire de los pulmones comprimido en una fantástica sensación de libertad y fascinación a partes iguales. Elena consigue eso con creces. Le saca punta a ese lápiz de la imaginación y obtiene resultados tan inspirados como éstos, con ese detalle común a todas sus creaciones que actúa a la vez de nexo frecuente pero también de punto de partida para atrapar las emociones más puras en un silencio de acordes fantásticos. Deteneos treinta segundos en cada mirada. Inventad sus historias o dejad simplemente que os expliquen aquello que ocultan. 


 "Tengo ganas de ser aire y que me respires para siempre"

Hallaréis las respuestas sin que os atropellen las preguntas: belleza y misterio conjugados bajo el mismo techo líquido de un sentimiento desnudo, cosidos a mano a través de una sinceridad brutalmente honesta, y todo ello sin mediar palabra alguna.

sábado, 13 de junio de 2015

sábado, 6 de junio de 2015

EL GRANO DE CAFÉ




Un día, una hija se debatía con su padre acerca de la vida y se lamentaba de que las cosas últimamente no le salían bien. No sabía como proceder para seguir adelante pues sentía desfallecer y se iba a dar por vencida. Estaba cansada de luchar y luchar, sin obtener ningún resultado apenas. Parecía que cuando solucionaba un problema, surgía otro. Y luego otro. Su padre, un famoso chef de cocina, la llevó aquel día a su lugar de trabajo. Allí tomó tres ollas con agua y las colocó en el fuego. Pronto el agua de las tres ollas ya estaba hirviendo.

En una de ellas colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir una palabra, solo miraba y le sonreía a su hija mientras ésta esperaba atenta, sin mediar palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose, en todo momento, que estaría haciendo su padre. A los 20 minutos el padre apagó el fuego. Sacó los huevos y los colocó en un recipiente, sacó las zanahorias y las puso en un plato y finalmente, colocó el café en un tazón. Mirando a su hija le dijo: 

-         Preciosa, ¿qué ves?
-         Huevos, zanahorias y café. -  fue su respuesta inmediata.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias; ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de quitarle la cáscara, observó que el huevo estaba duro. Finalmente le pidió que probara el café; ella sonrió mientras disfrutaba de una exquisita taza. Sorprendida e intrigada, la hija preguntó entonces: 

-        ¿Qué significa todo esto?

Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado a la misma adversidad: tan sólo agua hirviendo, sólo que habían reaccionado de forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después  de pasar por el agua hirviendo se había vuelto blanda y fácil de deshacer. Los huevos habían llegado al agua frágiles, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en el agua hirviendo, se habían endurecido. Los granos de café, sin embargo, después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.

-      ¿Cuál de los tres elementos  sientes que eres tú?. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo le respondes? - Le preguntó el chef a su hija.

 -    ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la fatalidad y el dolor la tocan, se vuelve débil y pierde su fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, con un espíritu fluido, pero después de una contrariedad se vuelve duro e inflexible?

-      ¿O eres un grano de café?

-     El café cambia al agua hirviendo, el elemento que hoy le causa dolor. Y cuando el agua llega al punto máximo de ebullición, alcanza entonces su mejor sabor y aroma, su verdadera esencia. Ojalá logres ser algún día como el grano de café, y que cuando las cosas se pongan realmente mal, puedas reaccionar de forma positiva, sin dejarte vencer por las circunstancias y hagas que las cosas a tu alrededor también mejoren. Porque ante la adversidad, existe siempre una luz que iluminará tu camino, aquel que tomes, aquel que decidas emprender. Todas las personas que te rodean y que quieren verte feliz estarán de tu lado. No lo dudes. Deseo que puedas siempre esparcir e irradiar con tu fuerza, optimismo y alegría el “dulce aroma de este café”. Para que nunca pierdas el olor grato e inagotable que solo tú sabes transmitirme a mi, preciosa, pero también a los demás.

-      ¿Qué te parece si hoy nos lo tomamos juntos?