jueves, 17 de julio de 2008

H.P. LOVECRAFT: MAESTRO DEL HORROR

Hace cierto tiempo hablamos del Necronomicon, un libro ficticio creado por el escritor Howard Phillips Lovecraft. Quizá Lovecraft sea el paradigma de hasta que punto puede resultar decisiva la influencia de la figura materna. En el caso de Joseph Carey Merrick (Hombre Elefante) sucede lo mismo. Pero en el caso de Lovecraft, Sarah, su progenitora y sus tías Lillian y Annie, determinaron su carácter de manera férrea y, a menurdo, despiadada. Por ello, Howard fue un niño solitario, desconfiado, excluyente y enfermizo, aunque imaginativo y brillante. Comenzó a leer a los 3 años y a escribir cuatro más tarde. Con trece fundó la Agencia de Detectives de Providence y a los quince, escribió su primera obra, La bestia en la cueva.


Pese a sus problemas de salud, unidos al aislamiento al que estaba sometido, no le permitieron asistir prácticamente al colegio, estudió por su cuenta astronomía y química y gracias a la biblioteca de su abuelo materno, cultivó la lectura con avidez extrema. Precisamente el fallecimiento de éste le condujeron a una profunda depresión, que casi le llevó al suicicio.

Su desesperanza aumentó tras la muerte de su madre, en igual medida que disminuyeron sus anhelos por vivir de la literatura. Así, trabajó en pequeños encargos para otros escritores, retocando obras muy por debajo de la calidad de las suyas. Sin embargo ello le permitió atraer la admiración de muchos de ellos, que llegaron a formar el célebre “Círculo de Lovecraft”. En Providence, lugar que le vio nacer, moralmente hundido y desengañado del mundo, escribió lo más conocido de su obra. Murió en 1937. Está considerado uno de los precursores del “terror cósmico materialista”. Muchos años después, un grupo de incondicionales le erigió una lápida en la que puede leerse:

“Yo soy Providence”

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