Siempre es de un placer inmenso coincidir en las coordenadas espacio-tiempo con una señal que invada de pronto tu razón de ser. Y el domingo por la tarde topé con la columna de un periódico firmada por un ser realmente increible. Albert Espinosa sabe subministrar como Jean Baptiste Grenouille en "El Perfume" las dosis correctas de emoción, sensibilidad, pasión y entrega, sin perder un ápice de optimismo que irradie cada una de sus creaciones. Ya sea como guionista, director, autor teatral, escritor, director de cine, actor así como en sus intervenciones públicas, Albert es capaz de transmitir como ninguno emociones a flor de piel y traspasar la pantalla o mediante cada una de sus manifestaciones escritas, crear un halo de entusiasmo y de superación de las adversidades, siempre con la fiel convicción de que las pérdidas generan ganancias, que la sombra de la muerte da mucha vida, y que un abrazo produce la energía suficiente como para mover montañas. Esta es la columna de Albert Espinosa con la que tropecé el domingo y que motivó mi fascinación:
Y mi amigo me contó que hacía días se había
topado con una chica por la calle. Ella le había pedido un abrazo de dos
minutos… Él no la conocía pero acabó aceptando… Así que se dieron un abrazo
largo, de 120 segundos, en silencio… Y cuando se iban a separar ella le susurró
algo al oído, una frase casi inteligible…
Mi amigo le preguntó que le había dicho.
Ella le contestó: “Un conjuro… Cuando abrazas a alguien dos minutos, su energía
se agrieta y puedes con un conjuro cambiar su vida para siempre…”
Ella se marchó… Mi amigo se siente
diferente… Y no dejo de pensar que me entusiasman las personas que saben que el
tiempo ha de servir o para jugar o para agrietar nuestra personalidad con
susurros…
Hoy necesité ese abrazo que ambos conocemos. El tuyo.
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