jueves, 12 de julio de 2012

MUCHO MÁS QUE SIMPLES ARRUGAS


Estos días de julio previos a la escapada física y mental de nuestros quehaceres diarios, se plantean oportunidades que no hay que dejar escapar. Adoro rencontrarme en estas fechas estivales con grandes películas y libros que inunden cada una de mis emociones sin dejarme con un ápice de insatisfacción. Siempre me ha perseguido una idea obsesiva al respecto: con la finitud de nuestro reloj biológico, con el temor de que la vida da muchas vueltas y la última nunca acaba bien, ¿cuántas páginas que no he descubierto todavía marcarían el resto de mis días en caso de ser halladas?, ¿qué sonidos que jamás he escuchado formarían la banda sonora de mi tiempo finito? y ¿qué películas que todavía no he visionado colmarían, en caso de ser descubiertas, mi sensación de estar conectado a la vida?. No pretendo que entiendan las dimensiones de mi pánico, dado que siempre he tenido la certeza de que las cosas no se buscan sino que ellas se encargan de encontrarte a ti. Nunca he comprado un libro, escuchado un disco o visionado una película que haya sentido especiales gracias a mi intuición; tengo la firme certeza de que ellos siempre me han encontrado a mi. La paradoja del eterno buscador.


Dejando de lado estas convicciones que pueden sonar ridículas o extremadamente exageradas a los que estáis ahora mismo detrás del cristal líquido, pero que conforman una confesión pública sin reparos amparada por el anonimato de mi perfil, alertar que con Diario de Invierno de Paul Auster he cubierto con creces esa expectativa y ese placer de la búsqueda bien hallada.

Lo mismo me sucedió con una película pequeña pero enorme que visioné el otro día. Se trata de la novela gráfica de Paco Roca, adaptada a cinematografía por Ignacio Ferreras, llamada “Arrugas”.  No se trata de una cinta nueva; jamás me ha importado no ver últimos estrenos. Raramente lo hago; prefiero recuperar esas joyas cuando el ruido de fondo desaparece por completo. Arrugas (2011) es tal vez una de las mejores películas de animación española 2D para adultos que he visto hasta la fecha. No se trata de uno de mis géneros preferidos, pero no por ello abandono su aviso cuando se presenta. Además en esta cinta la magia está en el hecho de ser precisamente de animación; de otro modo pasaría lamentablemente inadvertida.


La película, artesanal hasta la médula, lúcida, clara y con marcado tempo y tono, transcurre en una residencia de ancianos, a la que ingresa su protagonista, ex director de una agencia bancaria con ya avanzados síntomas de alzheimer. Se trata de un retrato tapizado de humor sin caricaturas, pero su agria cotidianeidad y realidad plasmada generan un cuadro que golpea en cada fotograma. No esperen sensiblería gratuita: no hay imagen, diálogo o hecho que no esté justificado. La soledad, el desamparo y la amistad son valores que fluyen detrás de cada experiencia vivida por los protagonistas acompañados de un guión magistral, de una banda sonora encomiable y de un trazo perfecto y sin titubeos. La propia realidad de los protagonistas es la que se encarga de recrudecer sus días en ese submundo en el que, casi en primera persona, nos dejan participar desde el principio, con un acierto extraordinario y entrañable. Imposible no conmoverse y lidiar en la barrera entre la sonrisa y la lágrima, siempre frente a la feroz radiografía de la pérdida del yo. 


Historias cruzadas pero bajo un mismo denominador común irreversible que convergen en una trama cruda, pero necesaria para nuestra ceguera ya de por sí habitual. Hay imágenes para no olvidar, detalles que se tatúan en la retina y que no desmenuzaré aquí, pero que crean un halo estremecedor. Es una obra con alma, tratada con la mayor de las ternuras pero que no empuja hacia la voluntad férrea de crear lástima. Se trata de un fiel reflejo de nuestra sociedad que olvida y sustituye, bajo su obsolescencia programada, acerca de la lacra de una enfermedad sin sentimiento que plantea, sin pretenderlo, reflexiones jamás cortoplacistas porque recuerden que el tiempo es efímero y todos algún día, con suerte, también seremos mayores frente a un espejo revelador, silencioso y autista.  Si ves Arrugas, no la olvidarás jamás.

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