Describir el espectáculo al que asistí con los ojos cerrados es relamente complicado para quien a estas alturas no conozca el arte de Millán Salcedo, más allá de los típicos gags que protagonizó con el que ha sido uno de los mejores dúos de humoristas que ha dado el panorama español hasta día de hoy (con permiso de Tip y Coll o Faemino y Cansado). El teatro Capitol de Barcelona se llenó en esta penúltima actuación de Millán a la que tuve el placer de asistir. Estaba en la tercera fila, dispuesto a abrir mi 'men(e)te' y dejarme llevar por la verborrea especial de este loco egregio. Tan sólo eché de menos la presencia de mi padre que no pudo asistir tal y como teníamos planeado tiempo atrás, y que es uno de sus pilares indiscutibles del humor (con permiso esta vez del genial Louis de Funès). Lo de Millán es indescriptible y el espectáculo que nos brinda es único e indescriptible.
Desde que aparece en escena, uno se rinde a su facilidad vertiginosa de encadenar todas las figuras literarias que se puedan imaginar y todos los juegos de palabras habidos y por haber. Sencillamente inverosímil. ¿Y que consiguió este 'energumenoide' ? Pues que pasara casi dos horas desternillandome en mi butaca, dejandome llevar por las ocurrencias endiabladamente satíras de un Millán que lo dio todo en la escena. El divertimento humorístico-musical-cantabile para caricato y piano, como él lo define, es una interpretación en clave de humor de él mismo y de un pianista, Marcos Cruz, que tiene la habilidad de seguir por donde discurre el pseudo-monólogo de Millán. El riesgo es enorme e impredecible, por supuesto. Es como llevar un coche de carreras con los ojos vendados y pretender llegar ileso a la meta.
Y entre pitos y flautas, Millán ocupa ese tiempo haciendo el humor del absurdo a su máxima expresión y deja entrever un mensaje que no deja de repetir: Y es que hay que hacer siempre lo que imaginemos y nunca nos habíamos atrevido a hacer, y porque no, subirse literalmente a un piano verde. ¿Y que más? Pues risa, biografía, humor, nostalgia, guiños, homenajes varios. complicidad, canciones, recuerdos, juegos de palabras de un cómico que se define a 'sípispo' (hoy ya me perdonarán) como un gracioso contento en su cuerda de equilibrista, un gracioso que se juega el tipo demostrando, sin nostalgia, que aún se mantiene en sus trece y que, pese a quien le pese, tiene el valor de subirse donde le apetece. Y además consigue hacer una autoterapia que trasciende cuando nos presenta las fotos de sus padres, de sus collages, de sus experiencias más intimas o cuando visiona orgulloso, en una pantalla enorme, alguno de los gags que elevó al dúo, inicialmente trió Martes y Trece.
Para ordenar su cabeza que debe ser el desván del niño-hombre más desorganizado del mundo, ha contado con la colaboración de Joan Gracia y Paco Mir de Tricicle que firman la co-dirección del espectáculo. Una vez subido a ese piano-bar, me fue muy dificil pensar que era la última vez que veia a Millán haciendo de él mismo en un escenario, ya que a partir de ahora trabajará en una obra de teatro seria al lado de Lluís Pascual, este verano en el Grec. Ojalá me equivoque y podamos volver a disfrutar de las locuras enajenadas, de la catarsis humoristica de este actor, humorista, cantante, o lo que Dios quiera que sea. Un honor para mi subirme a tu piano verde. Muchas gracias y suerte para tus próximos retos: Éste lo has superado y con nota.
1 comentario:
Thank you for visiting this blog and for your commentary. I hope that it is not the last time.
A greeting.
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