Se que últimamente tengo el blog más abandonado que nunca. Cumpliré fielmente mi penitencia al respecto. Se me acumulan las novedades, noticias depecheras, curiosidades que si no las cuento reviento. Pues bien, empezaremos por el principio y así descargamos un poco la mochila de los posts que tengo por ahí. Hoy toca hablar de un genio del humor, del alma mater (con todos mis respetos al resto de la pandilla, Areces, Revilla, etc) de Muchachada Nui y en su día de La Hora Chanante. Os hablo del gran Joaquín Reyes.
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Ayer tuve la ocasión/privilegio de disfrutar de su humor, de su jerga albaceteña, de su locura bien tejida y adornada de palabras imposibles. Sentado en la fila 3, butaca1 13 (al lado del pasillo para estirar las piernacas) del Club Capitol (hogar de mi adorado Pepe Rubianes, d.e.p), me dispuse a gozar de la palabrería cosida a mano de este humorista, cómico que de un buen principio (frase uno y ya me estaba descojonando), se propuso que esa noche fuera especial. Ataviado con un pie de micro, un taburete y un botellín de agua, se plantó en escena sin más, recibiendo el acalorado aplauso de un público ya de por si entregado. De nada serviría deciros, puesto que ya lo intuís, que cumplió con creces su objetivo. No se que tiene el Capitol que hace que cuando entro ya me siento con ganas de pasarlo bien. He podido disfrutar del mordiente de Pepe, de la grandeza de Millán, yen esta ocasió, Joaquín no iba a ser menos.
Si bien parte del monólogo (estilo Club de la Comedia pero llevado al teatro), estaba sacado de anteriores actuaciones (ay, perezoso..), y que os pongo una muestrilla para que las podais disfrutar si no conoceis su humor, fino y gordo, como el mismo define, Joaquín consigue ese humor de personaje, atrapa los silencios, gobierna las expresiones con suma maestría y explota cuando menos lo esperas con la metáfora, la dosis de realidad y el sarcasmo, pero siempre en el momento oportuno. Una hora y media de monólogo que pasó fugaz en el Club Capitol, pero que recordaré para siempre. Gracias Joaquin Reyes. Necesitaba tu humor como agua de mayo.
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