A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un instante.
Oscar Wilde. Uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano, ingenioso, sorpresivo a la vez que incisivo. Su recuerdo ha quedado estigmatizado por las múltiples acusaciones hacia la victoriana sociedad británica, pulcra, decente así como falsa y condenadamente hipócrita. No perderse su novela "El retrato de Dorian Gray" (insisto, novela, no película) y una carta que escribió en la cárcel a su ex-amante "De profundis". Quién la haya desgustado ya, no podrá olvidarla. Nunca el odio, el abatimiento, el desgarro, el dolor y la incompresión hallaron mejor cobijo. Me recuerda gratamente, siendo dos estilos muy diferentes, a lo que sentí cuando leí "Carta al padre" de Kafka.
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